- María López Fernández
- derecho tecnológico, dilemas legales, inteligencia artificial, responsabilidad penal, sistemas autónomos
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Introducción
La creciente adopción de sistemas autónomos impulsados por inteligencia artificial (IA) plantea una pregunta crítica: ¿quién es penalmente responsable cuando estos sistemas actúan de forma independiente y provocan daño? Este artículo aborda en profundidad la responsabilidad penal en el contexto de sistemas autónomos, como vehículos sin conductor, agentes automatizados o software con capacidad de decisión, analizando por qué este tema es relevante, a quién afecta y qué consecuencias podría tener.
Los sistemas autónomos —entendidos como aquellos que, tras haber sido diseñados e implantados por humanos, operan con un grado significativo de decisión o adaptación sin intervención directa constante— están presentes ya en ámbitos tan diversos como el transporte, la robótica industrial, la salud, las finanzas y la seguridad digital. Su autonomía genera eficiencias, oportunidades de innovación y nuevos servicios, pero también riesgos legales, éticos y sociales. Cuando un agente autónomo comete un daño —por ejemplo un accidente, un fallo en la toma de decisiones o un fraude—, se abre un dilema de imputación penal: ¿existe autoría humana? ¿Se puede responsabilizar al sistema o al fabricante? ¿Qué sucede cuando el diseño humano no previó la conducta dañosa?
Este escenario es relevante porque el derecho penal tradicional se construyó sobre el supuesto de un autor humano —o, en su caso, una persona jurídica— con capacidad de voluntad, conocimiento y culpabilidad. Pero los sistemas autónomos desafían estos supuestos clásicos. Por tanto, entender cómo se está adaptando el derecho penal, cuáles son los vacíos en la normativa y qué soluciones se proponen es clave tanto para juristas y reguladores como para empresas tecnológicas, desarrolladores, reguladores y la sociedad en general.
En este artículo, abordaremos el contexto histórico, los principales retos, los escenarios de aplicación en distintos sectores, el análisis de impacto y los riesgos, así como las implicaciones éticas y legales.
Contexto histórico
Evolución de la responsabilidad penal
El derecho penal clásico parte de la idea de que sólo los seres humanos con autonomía de voluntad pueden cometer delitos, basados en la teoría del autor, la voluntad (dolo) o la culpa (imprudencia). Para que haya responsabilidad penal se requieren, entre otros elementos, conducta, tipicidad, antijuridicidad, culpabilidad y punibilidad.
Posteriormente, la figura de la persona jurídica asumió responsabilidad penal en muchos ordenamientos. Por ejemplo, en España la Ley Orgánica 5/2010 introdujo la responsabilidad penal de las personas jurídicas. Con ello, el marco penal se adaptó parcialmente al hecho de que entidades colectivas pueden suscitar conductas delictivas.
La IA y los sistemas autónomos como nuevo reto
Con la proliferación de sistemas de IA y automatización compleja, surge un nuevo desafío: los sistemas capaces de tomar decisiones o actuar sin supervisión humana inmediata plantean una brecha respecto al modelo tradicional de autoría y culpabilidad. Tal como señala la doctrina: «mientras no pueda atribuirse autonomía a los agentes artificiales el modelo tradicional sigue siendo válido, pero ya se observa que el aprendizaje de las máquinas complica la identificación de un sujeto responsable».
Por ejemplo, en los ámbitos universitarios sobre derecho penal ya se cuestiona si sistemas autónomos podrían, en el futuro, considerarse objetos de responsabilidad penal directa, aunque aún no existe consenso.
Estos hechos configuran el “momento de inflexión” en el que el derecho penal debe reconsiderar algunas categorías clave: ¿Qué significa autoría cuando la decisión la toma una máquina? ¿Qué ocurre con la imputabilidad cuando no hay voluntad humana consciente? ¿Debe extenderse la responsabilidad más allá del fabricante y el usuario?
Marco normativo relevante
- Algunos autores señalan que para las personas jurídicas el cumplimiento de un programa de compliance o de control adecuado puede exonerar la responsabilidad penal en casos derivados de IA.
- A nivel europeo, aunque ya existen normativas sobre IA (por ejemplo el Reglamento (UE) 2024/1689 o el Reglamento de Inteligencia Artificial) todavía persisten vacíos en materia penal y de responsabilidad.
En resumen: históricamente el derecho penal evolucionó de castigar sólo personas físicas, luego también personas jurídicas, y ahora se enfrenta al reto de los sistemas autónomos.
Análisis experto
Retos principales de la responsabilidad penal en sistemas autónomos
A continuación se presentan los principales desafíos que plantea la imputación penal cuando intervienen sistemas autónomos:
1. Imputación de la autoría
El modelo clásico exige la existencia de un sujeto responsable dotado de voluntad o culpa. Pero cuando un sistema autónomo actúa sin intervención humana directa o tras aprendizaje adaptativo, ¿quién es autor? Por ejemplo, en el artículo analizado se afirma que la acción no depende claramente de un sujeto humano identificado, lo que desdibuja los conceptos de dolo/imprudencia.
2. Causalidad técnica y trazabilidad
Los sistemas autónomos “aprenden” o adaptan su comportamiento, haciendo difícil conectar un resultado lesivo con una causa humana específica. Según algunos autores, el problema es que el “curso causal” de la decisión de la máquina no es sencillo de definir. Esto dificulta la prueba de culpa o negligencia.
3. Nivel de autonomía y supervisión humana
Se requiere diferenciar entre sistemas controlados, parcialmente autónomos y plenamente autónomos. Cuanto mayor sea la autonomía, mayor será el desafío para la responsabilidad penal. Algunos plantean que si el sistema opera sin control humano, podría considerarse un agente distinto, aunque legalmente todavía no lo sea.

4. Vacíos regulatorios y riesgo de impunidad
La normativa penal y la regulación de IA no siempre contemplan expresamente los sistemas autónomos. Esto puede generar lagunas de responsabilidad: por ejemplo, si no hay supervisión humana y el sistema comete un daño, nadie responde.
5. Derechos fundamentales y principios penales
La aplicación del derecho penal exige respeto por principios como legalidad, tipicidad, culpabilidad, proporcionalidad y no retroactividad. Un “derecho penal de la tecnología” apresurado podría vulnerar estos principios.
Escenarios de aplicación por industria
A continuación analizamos cómo estos retos se manifiestan en distintas industrias:
Salud
En sistemas clínicos autónomos (por ejemplo, diagnósticos asistidos por IA, robots quirúrgicos), cuando se produce un daño al paciente por error del sistema, surge la pregunta: ¿fue por mala programación, por insuficiencia de supervisión, por design defectuoso o por la propia conducta del sistema autónomo? Si el fabricante diseñó el sistema correctamente pero este aprendió mal, ¿quién es penalmente responsable?
Transporte (vehículos autónomos)
Un caso paradigmático: un vehículo autónomo que atropella a un peatón. ¿La culpa es del conductor humano que tenía supervisión limitada? ¿Del fabricante del vehículo/autónomo? ¿Del diseñador del software? ¿O del propio sistema “actor” autónomo? Esta ambigüedad está recogida en la doctrina que aborda los vehículos autónomos como “un claro ejemplo de la ambigüedad en la responsabilidad penal”.

Marketing/finanzas
Sistemas autónomos que ejecutan operaciones bursátiles u otras transacciones económicas pueden cometer fraudes o manipulación de mercados sin intervención humana directa. Por ejemplo, un algoritmo de trading que aprende a manipular precios. ¿Quién responde penalmente si el programador no anticipó esa conducta? Como se señala: “ya se ha demostrado la capacidad de la IA de manipular los mercados, sin que necesariamente se la haya programado para tal fin”.
Atención al cliente / Desarrollo de software
Chatbots avanzados o agentes autónomos pueden difundir información errónea, generar decisiones injustas o discriminar. Si un sistema autónomo discrimina clientes, ¿quién es responsable? Si la empresa implementó el sistema sin supervisión suficiente, podría haber responsabilidad penal si esa conducta constituye delito (por ejemplo discriminación agravada).
Legal
Incluso en el ámbito legal, si un sistema autónomo asesora o decide procesos legales y comete un error grave, podría plantearse responsabilidad penal por negligencia en su implementación, supervisión o uso. No obstante, la atribución de autoría sigue siendo problemática.
Oportunidades y riesgos
Oportunidades
- El desarrollo ético y regulado de sistemas autónomos puede impulsar innovación, mejorar eficiencia, reducir errores humanos y avanzar en sectores críticos.
- Una normativa penal adaptada puede servir como disuasión frente a negligencia en el diseño, desarrollo o supervisión de IA.
- El cumplimiento de estándares (compliance) en IA, trazabilidad de decisiones, supervisión humana y auditoría pueden fortalecer la seguridad jurídica.
Riesgos
- Vacíos regulatorios que permitan daños sin responsable penal claro.
- “Derecho penal de la tecnología”: riesgo de criminalización preventiva o sancionar sin culpa real, lo que puede vulnerar principios penales clásicos.
- Impunidad tecnológica: daños graves cometidos por sistemas autónomos sin imputación adecuada.
- Riesgos de reputación, financieros y regulatorios para empresas que implementan sistemas autónomos sin robustez jurídica.
- Dificultad de prueba, trazabilidad y auditoría: si no se cuenta con registros claros, es complejo determinar negligencia.
Escenarios futuros
Algunas trayectorias posibles en este terreno:
- Mayor imputación a fabricantes y desarrolladores: se impondrán estándares de diligencia, supervisión y control, y quien incumpla puede responder penalmente.
- Creación de responsabilidad objetiva o nuevos delitos tecnológicos: en algunos países podría optarse por responsabilizar sin culpa o crear figuras específicas para conductas autónomas.
- Reconocimiento parcial de “personalidad” o estatuto especial para sistemas autónomos: aunque aún poco probable, algunos autores plantean si en el futuro ciertos sistemas podrían tener estatus legal especial.
- Regulación preventiva más que punitiva: auditorías, trazabilidad, transparencia algorítmica y supervisión humana se convertirán en requisitos clave (y en defensas en juicios penales).
- Litigios paradigmáticos que marquen jurisprudencia: como accidentes con vehículos autónomos, errores médicos con IA o fraudes automatizados, que obliguen a tribunales a definir criterios de imputación.
Datos y cifras relevantes
- Un estudio doctrinal concluye que gran parte de la doctrina coincide en que mientras no se atribuya autonomía real a los sistemas de IA, el modelo tradicional de responsabilidad sigue siendo válido.
- En España, un artículo periodístico reciente asegura que la irrupción de la IA “exige al derecho penal no sólo actualizar sus herramientas sino también reafirmar sus límites”.
- El análisis de la doctrina indica una laguna de responsabilidad penal en los sistemas autónomos: “Desde la perspectiva penal, podemos localizar cierto vacío de responsabilidad en relación con los sistemas de IA autónomos”.
Estos datos muestran que el tema está en plena evolución, con numerosos vacíos y debates abiertos.
Consideraciones éticas y legales
Éticas
- Delegación de responsabilidad: al permitir que sistemas autónomos tomen decisiones, se corre el riesgo de que se “externalice la moral”, es decir, que se traslade la responsabilidad moral a la máquina. Esta externalización de la moral reduce la rendición de cuentas humana. Wikipedia
- Justicia y equidad: si un sistema autónomo discrimina o causa daño a personas vulnerables, existe un deber ético de garantizar que haya reparación y responsabilidad, no dejar a las víctimas sin recurso.
- Transparencia y explicabilidad: los sistemas autónomos deberían ser auditables, trazables y transparentes; de lo contrario, se dificulta la atribución de responsabilidad.
- Preservación de los derechos humanos: el derecho penal no debe perder su esencia; no basta con regular conductas tecnológicas, sino garantizar que no se erosionen principios fundamentales como la dignidad humana.
Legales
- El principio de legalidad penal (nullum crimen sine lege) exige que el delito esté claramente tipificado. Ante nuevos sistemas autónomos, la falta de tipificación puede generar inseguridad jurídica. Por ejemplo, se señala el riesgo de crear “delitos vagos” para sancionar la IA.
- Culpabilidad subjetiva: el derecho penal exige que el autor haya actuado con dolo o culpa. Si un sistema autónomo actúa sin supervisión humana consciente, éste puede no existir.
- Imputabilidad: sólo quienes pueden comprender el hecho y actuar según ello pueden ser imputados. La máquina no posee conciencia legalmente reconocida.
- Responsabilidad de personas jurídicas: muchas respuestas se encuentran actualmente en responsabilizar a empresas que desarrollan o emplean IA. El hecho de que hayan implantado programas de compliance robustos puede jugar a su favor.
- Normativa emergente: la regulación de IA en la Unión Europea (RI A, Reglamento (UE) 2024/1689, etc.) va en camino de establecer obligaciones para desarrolladores y usuarios, pero aún no define claramente la responsabilidad penal.
- Adaptación nacional: los ordenamientos penales nacionales deberán revisar códigos y tipologías delictivas, y definir cómo imputar conductas autónomas de IA.
Conclusión
La responsabilidad penal en sistemas autónomos constituye uno de los desafíos jurídicos más significativos de la era de la inteligencia artificial. Las preguntas clave —¿quién tiene autoría? ¿cómo probar culpa o negligencia? ¿qué sucede cuando la decisión es de la máquina?— no tienen aún respuestas definitivas en la mayoría de los ordenamientos.
Para las empresas, desarrolladores y usuarios, la clave estará en asumir un enfoque proactivo: implementar controles, trazabilidad, supervisión humana, auditorías, programas de cumplimiento (compliance) y transparencia. Desde el punto de vista regulatorio, será necesario actualizar los marcos penales, tipificar conductas específicas vinculadas a sistemas autónomos, establecer criterios de imputación claros y preservar los principios fundamentales del derecho penal.
En el futuro próximo podremos ver cómo se sientan precedentes: accidentes con vehículos autónomos, fraudes con agentes automatizados, fallos médicos de IA… cada caso obligará a los tribunales a definir categorías de responsabilidad. Este proceso no sólo implicará sanciones, sino también determinar quién repone el daño, cómo se aplican medidas preventivas y cómo garantizar que la tecnología beneficie sin vulnerar derechos fundamentales.
En definitiva: la autonomía de los sistemas no puede equivaler a ausencia de responsabilidad. El reto es lograr un equilibrio entre fomento de la innovación y protección jurídica efectiva.
Preguntas frecuentes sobre la responsabilidad penal en sistemas autónomos
¿Puede un sistema de inteligencia artificial ser penalmente responsable por sus actos?
Actualmente, no. Los sistemas de IA carecen de personalidad jurídica y conciencia, por lo que no pueden ser sujetos directos de responsabilidad penal. En su lugar, se responsabiliza al desarrollador, empresa, fabricante o usuario que tenga control o deber de supervisión sobre el sistema.
¿Quién es penalmente responsable si un vehículo autónomo causa un accidente?
La responsabilidad penal puede recaer en diferentes actores según el caso: el fabricante, el programador del software, el operador de flota o el propietario del vehículo. Todo depende del nivel de autonomía del sistema y de si hubo negligencia en su diseño, uso o supervisión.
¿Qué desafíos enfrenta el derecho penal frente a los sistemas autónomos?
Los principales desafíos incluyen: la dificultad de atribuir autoría, la trazabilidad de decisiones algorítmicas, la falta de voluntad en la IA, la necesidad de adaptar las leyes existentes y el riesgo de que los sistemas autónomos generen daños sin responsables claros.
¿Cómo se puede prevenir la responsabilidad penal en empresas que usan sistemas autónomos?
Implementando programas de cumplimiento normativo (compliance), auditorías técnicas, trazabilidad de decisiones, supervisión humana constante y políticas de responsabilidad clara para todos los actores involucrados en el desarrollo y uso de IA.

