- Carlos Martínez Rojas
- big tech, geopolítica tecnológica, inteligencia artificial 2025, poder computacional global, soberanía digital
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Introducción
En la dinámica tecnológica del siglo XXI, la noción clásica de poder no se limita al ejército más numeroso o al territorio más extenso: hoy una pieza clave es el control del poder computacional global. Esta lucha se desarrolla entre, por un lado, las grandes empresas tecnológicas (“Google LLC, Microsoft Corporation, Amazon.com, Inc., Meta Platforms, Inc.”, etc.) y, por otro, los gobiernos nacionales que intentan preservar o recuperar soberanía sobre esa infraestructura. En este artículo analizamos cómo se libra esta batalla por el poder computacional global, por qué es relevante y a quién afecta.
El poder computacional global —entendido como la capacidad de procesado, almacenamiento, redes y cargas de trabajo de inteligencia artificial (IA)— ya no es solo una cuestión técnica: es geopolítica, económica, estratégica y social.
Contexto histórico
Evolución del cómputo corporativo y estatal
- En las décadas pasadas, la capacidad de cómputo se concentró en centros de datos localizados, controlados mayormente por grandes empresas tecnológicas.
- Con la explosión de la IA y del aprendizaje profundo, la “brecha de cómputo” (compute‐divide) se ha ampliado: solo empresas con recursos gigantescos pueden entrenar modelos a gran escala.
- Los gobiernos han sido tradicionalmente los dueños de infraestructura estratégica (redes, satélites, supercomputadoras), pero el avance de la nube y del servicio como modelo (SaaS, PaaS) desplazó parte del poder hacia lo privado.
- Investigaciones recientes señalan que la competencia definitoria del siglo presenta a los estados enfrentados a gigantes tecnológicas que controlan infraestructura crítica global.
- En paralelo, el vínculo entre grandes tecnológicas y la industria militar/política se ha vuelto cada vez más explícito: contratos de nube, IA aplicada al combate, vigilancia, etc.
Análisis experto
¿Qué está en juego?
Infraestructura crítica
El control de los centros de datos, redes globales, chips de IA avanzados, cables submarinos, satélites y nubes públicas forma parte del “poder computacional global”. Sin esta infraestructura, el entrenamiento de modelos de IA, la provisión de servicios inteligentes y la competitividad tecnológica quedan comprometidos.

Empresas tecnológicas como actores soberanos
Las grandes tecnológicas han dejado de ser meras proveedoras para convertirse en actores estratégicos con influencia sobre gobiernos, ciudadanos y mercados. Se han vuelto “quasi‐estados digitales” capaces de decidir estándares, arquitectura de la IA, reglas de privacidad o contratos con defensa.
Gobiernos recuperando o disputando el control
Los estados, por su parte, no quieren depender eternamente de corporaciones privadas para servicios críticos o seguridad nacional. Buscan eliminar cuellos de botella, asegurar soberanía digital, establecer regulaciones y en algunos casos construir su propia capacidad de cómputo nacional o regional.

Aplicaciones en distintas industrias
- Salud: Los modelos de IA que analizan imágenes médicas requieren gran cómputo. Si las empresas tecnológicas controlan la infraestructura, los sistemas nacionales pueden quedar dependientes.
- Educación: Plataformas de aprendizaje y adaptativas pueden estar alojadas en la nube de un gigante tecnológico, lo que implica dependencia y riesgo de fuga de datos.
- Marketing y negocios: Las herramientas de IA para marketing, análisis de datos y personalización requieren cómputo, datos y algoritmos. El control del “backend” da ventaja competitiva.
- Desarrollo tecnológico: Los países en vías de desarrollo podrían quedar excluidos de la “nueva frontera del cómputo” si no acceden a infraestructura o se ven sujetos a dominación tecnológica.
- Legal y gobierno: Los servicios gubernamentales digitales, vigilancia, reconocimiento facial, ciudades inteligentes dependen de servidores y algoritmos. ¿Quién marca los términos: empresa privada o estado soberano?
Tensiones clave
- Dominio de mercado vs. soberanía estatal: Cuando una empresa tiene infraestructura crítica, puede imponer condiciones, influir en políticas o bloquear servicios. Los estados reaccionan regulando o intentando reasumir control.
- Desigualdad de acceso al cómputo: La investigación académica denuncia que la capacidad de entrenar modelos de IA está muy concentrada en grandes corporaciones, lo que genera una desigualdad estructural en innovación.
- Privacidad, vigilancia y derechos humanos: Las colaboraciones entre Big Tech y gobiernos (por ejemplo en inteligencia artificial aplicada a defensa o vigilancia masiva) plantean riesgos éticos.
- Energía y medioambiente: Los centros de datos y supercomputadores demandan enormes cantidades de energía, lo que genera tensiones con los estados sobre suministro, regulación y subsidios.
- Geopolítica de la infraestructura de IA: Países como China o la Unión Europea están desarrollando sus propios centros de cómputo para reducir la dependencia de EE. UU. y las grandes tecnológicas americanas.
Datos y fuentes relevantes
- Un estudio académico señala que la potencia de los supercomputadores de IA se ha duplicado cada nueve meses entre 2019 y 2025, mientras que el coste del hardware y el consumo energético se duplican cada año.
- Según un informe reciente, los gigantes tecnológicos ya controlan la mayoría de la infraestructura crítica que los gobiernos usan: nubes, satélites, centros de datos.
- Un análisis del centro de investigación de Kissinger Center for Global Affairs advierte que “Big Tech está cambiando la competencia entre grandes potencias y puede decidir el resultado”.
Consideraciones éticas y legales
- Privacidad y vigilancia: La concentración del poder computacional en manos de privados que operan servicios críticos puede facilitar la vigilancia masiva, el abuso de datos personales y la erosión de derechos civiles.
- Transparencia y rendición de cuentas: Cuando las empresas privadas prestan servicios gubernamentales críticos, se diluye la responsabilidad democrática y jurídica. Por ejemplo, contratos militar-IA o vigilancia.
- Equidad global: La brecha de acceso al cómputo puede marginar a países o actores sin recursos, generando desigualdades tecnológicas y de desarrollo.
- Dependencia estratégica: Los estados que dependen de infraestructura privada para sus servicios críticos pueden perder autonomía, lo que plantea riesgos a la soberanía nacional.
- Regulación vs. innovación: Es necesario un equilibrio: demasiada regulación puede sofocar innovación, pero poca regulación puede permitir abusos y concentración de poder.

Conclusión
La batalla por el poder computacional global no es un enfrentamiento abstracto: es una lucha real por quién controla la infraestructura, quién marca las reglas del juego digital y quién tiene la llave del futuro de la IA, de la economía y de la gobernanza. Las grandes tecnológicas ya no sólo ofrecen servicios: actúan como gigantes de facto en el ecosistema global. Los gobiernos, conscientes de esta realidad, buscan recuperar la iniciativa, definir reglas, construir su propia capacidad o regular más fuerte.
Para la región latinoamericana (y para países como el tuyo, en Perú), esta dinámica representa un doble desafío: participar activamente en la transformación digital sin quedar subordinados; asegurar que la infraestructura esté bajo control y que los beneficios de la IA y el cómputo no se concentren solo en unos pocos. Como entidad confiable, el equipo de AutomatizaPro invita a estar atento: el poder computacional global será una de las claves definitorias de quién gobierna, quién produce y quién se queda atrás en la era de la inteligencia artificial.
Preguntas clave sobre la batalla por el poder computacional global
¿Qué es el “poder computacional global”?
Es la suma de capacidad de procesamiento, almacenamiento, redes, centros de datos y servicios de IA que permiten ejecutar aplicaciones avanzadas a escala global.
¿Por qué es importante para gobiernos y empresas?
Porque controlar esa infraestructura da ventajas competitivas, estratégicas, tecnológicas y de seguridad frente a otros actores.
¿Qué papel juegan las grandes tecnológicas en este enfrentamiento?
Empresas como Google, Microsoft, Amazon o Meta poseen gran parte de la infraestructura crítica (nube, data centers, IA), lo que les otorga un poder que antes correspondía más a los estados. arxiv.org
¿Cómo pueden los países más pequeños participar sin quedar rezagados?
Pueden fomentar políticas de soberanía digital, inversión en infraestructura local, colaboración regional y regulaciones que aseguren acceso equitativo a la capacidad de cómputo.
¿Cuáles son los principales riesgos éticos?
Privacidad, vigilancia masiva, concentración de poder, desigualdad en desarrollo tecnológico, dependencia de infraestructura privada, entre otros.

